El Candomblé, culto de los orixas, es una de las religiones afroamericanas practicadas en Brasil. Comenzó gracias al conocimiento de los sacerdotes esclavizados y traídos desde África entre los siglos XVI y XIX. Pese a estar confinado originalmente a los esclavos, prohibido por la iglesia Católica, y hasta criminalizado por algunos gobiernos, el Candomblé prosperó durante cuatro siglos y se expandió notablemente desde el fin de la esclavitud en 1888. Hoy es una de las principales religiones establecidas, con seguidores de todas las clases sociales y decenas de miles de templos. En Salvador de Bahía existen al menos dos mil terreiros (templos de Candomblé). En todo Brasil, varias decenas de millones de personas participan - regular u ocasionalmente- en rituales del Candomblé. Sus orixás y fiestas son hoy parte fundamental de la cultura y el folclore brasileños.
Con el transcurrir del tiempo y su sincretismo con la religión cristiana, el Candomblé ha aceptado en su seno a devotos de cualquier raza y estrato social, convirtiéndose en un poderoso símbolo del mestizaje racial y cultural de nuestro continente. Es en la actualidad un culto esencialmente urbano, en el que los elementos de la naturaleza son reinterpretados desde la perspectiva de los habitantes de las ciudades.
El Dios único para la nación Yoruba es Olorum. Los orixás fueron creados por Olorum y reciben homenajes regulares con ofrendas, cánticos, danzas y vestimenta especial. Fueron inicialmente personajes históricos de la cultura Yoruba y su culto es en ese sentido un culto a los ancestros. Los orixás tienen personalidades, habilidades, preferencias y rituales individuales, y están ligados a un fenómeno natural. Toda persona es escogida al nacer por uno o varios orixás, que un babalaorixá identifica. Los hijos de los orixás tienen rasgos físicos y de personalidad distintivos, que los asemejan asombrosamente a sus padres.
Por otra parte, los orixás son entidades que encarnan en sus hijos iniciados cuando entran en trance (en las ceremonias) y es allí cuando podemos verlos manifestarse. Es decir, que de los orixás vemos su encarnación, materializada en sus hijos. También la sicología jungiana ha identificado sorprendentes semejanzas entre los dioses griegos y diversas imágenes de la psique humana que han llamado arquetipos. En esta concepción, los dioses están dentro de nosotros y su manifestación en mayor o menor grado en nuestra personalidad, hace que seamos hijos de unos u otros.
Debido a esta marcada y actualizada relación entre dioses y mortales, emprendí en 2010 el proyecto, aún en desarrollo, Filhos dos Orixás (hijos de los orixás), en la ciudad de Salvador de Bahía, a través del cual estoy retratando las cualidades de los dioses en su manifestación humana, es decir, en sus hijos. Quiero mostrar lo que en realidad y cotidianamente vemos de los orixás.
Para hacer las representaciones, escojo a una persona hija de cada orixá, para retratarla frente a un grafiti hecho para este proyecto, alegórico a dicho orixá. De este grupo ya elaboré once imágenes (las fotos que siguen al final), entre mayo y julio de 2010; quedan siete por realizar. Para la elaboración de los fondos, con los animales, colores, herramientas y elementos asociados a cada orixá, he trabajado con grafiteros de Salvador. Un artista diferente ha hecho cada fondo –para resaltar la diversidad de sus lenguajes- y éstos quedan como murales para la ciudad. Los grafitis han sido hechos en terreiros, junto a la casa del orixá respectivo, o en sitios de la ciudad relacionados con cada orixá particular. En la ciudad de Bahía el arte del grafiti ha alcanzado un nivel de desarrollo superlativo no sólo como medio de creación artística, sino también como herramienta de expresión alternativa y contestataria. Muchos de los grafiteros pertenecen al Candomblé. Por eso en las imágenes los hijos agarran realmente sus armas en la pared.
La búsqueda de las personas retratadas, hijas de los diferentes orixás, se ha hecho con la ayuda de babalaos, aunque es del conocimiento general quién es hijo de qué orixá. También los babalaos nos han asesorado en cuanto al contenido de los grafitis y textos, colores de fondo, números asociados a cada orixá, etc.